sábado, mayo 02, 2020

publicado el 02 de mayo 2014... recordando


No pude evitar llorar a mares cuando mi bus comenzaba a salir de Iqq, al mirar por la ventanilla del bus pude ver un sinnúmero de pequeñas carpas, pegaditas a las viviendas. Una joven delgada hacía sus “necesidades” a la intemperie, luego tapo con la arena aquella “impropia” acción, desconociendo el hecho que muchas miradas desde el bus habían sido testigos, habíamos descubierto sus partes púbicas sin proponernos, habíamos sido testigos de sus miserias, casi cómplices del olvido, de su dolor y miseria, su casa, de seguro, estaba a un par de metros, destruida a causa de los terremotos acontecidos recientemente en el norte de Chile.
 ¿Qué pasó? ¿Cuándo dejó de ser importante para el país el dolor de hermanos?, ¿tendrá que venir una nueva desgracia para que las autoridades o quienes conducen este aporreado país vuelvan sus ojos al norte, para que se activen los mecanismos de solidaridad, para nuestro Iquique glorioso?  es que ¿el sufrimiento de alguno borra de una pincelada el de otros?
Mientras mis lágrimas corrían presurosas por mis mejillas morenas, como las mejillas de aquella joven que no superaba los 14 años, el bus corría sin prisa por la carretera que une mi puerto de palos, con la comuna de Alto hospicio, ya no quise mirar más por las ventanas, cerré los ojos, con fuerza, como si esto pudiera borrar la imagen que se había grabado en mi retina, y como una marca de fuego se había grabado también en mi corazón, cerré mis ojos para no ver la situación de alto hospicio, si esa había sido la imagen en Iquique, cuanto más vería en ese lugar, pero de nada sirvió tratar de borrar así la situación, porque lo que mis ojos no pueden ver, lo siente mi corazón, lo descubre mi entendimiento, el norte aún llora, el norte aún sufre, aún no tiene un techo seguro donde cobijarse.
Intentando llamar la atención de las autoridades cientos de hermanos bajaron este miércoles por esa carretera por la que mi bus se deslizaba lentamente, esa imagen hizo que muchos iquiqueños recordaron aquella historia que aún que no vivida, mil veces escuchada, de aquellos trabajadores del salitre, que narra la cantata de santa María, aquellos obreros que marcharon hacia Iquique buscando una solución a sus vidas precarias y sufrientes. Me pregunto si algo que yo pueda hacer desde la comodidad de mi departamento para activar las consciencias de quienes pueden y deben tomar decisiones en pro de mejorar la vida de nuestros terremoteados compatriotas, algo hay que pueda hacer, para que el final no sea como de los calicheros, ..."el obrero esperaba al sueño que era olvido solo espina postergada" mis lágrimas ya no ruedan por mis mejillas mientras escribo, pero aún a unos cuantos kilómetros aún la pampa llora ...porque si contemplan la pampa y sus rincones verán las sequedades del desierto.

Brexxy


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