No pude evitar llorar a mares
cuando mi bus comenzaba a salir de Iqq, al mirar por la ventanilla del bus pude
ver un sinnúmero de pequeñas carpas, pegaditas a las viviendas. Una joven
delgada hacía sus “necesidades” a la intemperie, luego tapo con la arena
aquella “impropia” acción, desconociendo el hecho que muchas miradas desde el
bus habían sido testigos, habíamos descubierto sus partes púbicas sin
proponernos, habíamos sido testigos de sus miserias, casi cómplices del olvido,
de su dolor y miseria, su casa, de seguro, estaba a un par de metros, destruida
a causa de los terremotos acontecidos recientemente en el norte de Chile.
¿Qué pasó? ¿Cuándo dejó de ser importante para
el país el dolor de hermanos?, ¿tendrá que venir una nueva desgracia para que
las autoridades o quienes conducen este aporreado país vuelvan sus ojos al
norte, para que se activen los mecanismos de solidaridad, para nuestro Iquique
glorioso? es que ¿el sufrimiento de
alguno borra de una pincelada el de otros?
Mientras mis lágrimas corrían
presurosas por mis mejillas morenas, como las mejillas de aquella joven que no
superaba los 14 años, el bus corría sin prisa por la carretera que une mi
puerto de palos, con la comuna de Alto hospicio, ya no quise mirar más por las
ventanas, cerré los ojos, con fuerza, como si esto pudiera borrar la imagen que
se había grabado en mi retina, y como una marca de fuego se había grabado
también en mi corazón, cerré mis ojos para no ver la situación de alto
hospicio, si esa había sido la imagen en Iquique, cuanto más vería en ese
lugar, pero de nada sirvió tratar de borrar así la situación, porque lo que mis
ojos no pueden ver, lo siente mi corazón, lo descubre mi entendimiento, el
norte aún llora, el norte aún sufre, aún no tiene un techo seguro donde
cobijarse.
Intentando llamar la atención de
las autoridades cientos de hermanos bajaron este miércoles por esa carretera
por la que mi bus se deslizaba lentamente, esa imagen hizo que muchos
iquiqueños recordaron aquella historia que aún que no vivida, mil veces
escuchada, de aquellos trabajadores del salitre, que narra la cantata de santa
María, aquellos obreros que marcharon hacia Iquique buscando una solución a sus
vidas precarias y sufrientes. Me pregunto si algo que yo pueda hacer desde la
comodidad de mi departamento para activar las consciencias de quienes pueden y
deben tomar decisiones en pro de mejorar la vida de nuestros terremoteados
compatriotas, algo hay que pueda hacer, para que el final no sea como de los
calicheros, ..."el obrero esperaba al sueño que era olvido solo espina
postergada" mis lágrimas ya no ruedan por mis mejillas mientras escribo,
pero aún a unos cuantos kilómetros aún la pampa llora ...porque si contemplan
la pampa y sus rincones verán las sequedades del desierto.
Brexxy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario